Estados Unidos presentó a Ecuador una propuesta formal para eliminar los aranceles sobre tres de sus principales productos de exportación no petrolera: banano, camarón y cacao. La medida, que plantea reducir al 0 % los derechos de ingreso a territorio estadounidense, apunta a fortalecer los lazos comerciales entre ambos países y abrir un nuevo capítulo en la relación bilateral.
La oferta llega en un momento clave. Tras la pérdida de preferencias arancelarias en años anteriores, los productos ecuatorianos ingresan actualmente con una tarifa base cercana al 15 %, lo que ha limitado su competitividad frente a otros proveedores latinoamericanos con acuerdos vigentes. Un acceso libre de aranceles permitiría recuperar terreno, mejorar los márgenes de rentabilidad por caja o libra exportada y ofrecer estabilidad de precios en el largo plazo.
En el caso del banano, el beneficio sería inmediato: reduciría la presión de costos logísticos, de fletes y certificaciones, permitiendo a Ecuador competir en igualdad de condiciones con países como Guatemala o Costa Rica, que ya gozan de ventajas arancelarias. En el camarón, consolidaría el liderazgo del país como proveedor de mayor volumen y trazabilidad en el mercado estadounidense, donde la demanda por productos con garantía sanitaria y sostenibilidad está en crecimiento constante. En cacao y sus derivados, abriría espacio a la industrialización, impulsando la exportación de manteca, pasta y chocolate fino, en lugar de depender únicamente de la materia prima.
El alcance de esta propuesta va más allá del alivio arancelario. Para aprovechar el beneficio, Ecuador deberá garantizar un cumplimiento riguroso de las normas sanitarias y de trazabilidad exigidas por la Food Safety Modernization Act (FSMA) y el Foreign Supplier Verification Program (FSVP). También implicará revisar las reglas de origen y adaptar los sistemas de certificación para cumplir con los estándares estadounidenses de inocuidad, sostenibilidad y transparencia en la cadena productiva.
El sector privado ecuatoriano ya visualiza los pasos necesarios: mapear las líneas arancelarias específicas por producto y presentación, preacordar volúmenes de compra con distribuidores en Estados Unidos, cerrar brechas en sostenibilidad y trazabilidad digital, y garantizar capacidad logística suficiente para abastecer una eventual expansión de la demanda. En paralelo, será esencial que la infraestructura portuaria y la cadena de frío operen con eficiencia y visibilidad total para cumplir con los tiempos de tránsito y los requisitos de importación.
La propuesta de arancel cero no es solo un gesto comercial. Representa la posibilidad de reposicionar a Ecuador dentro del mercado estadounidense, recuperar competitividad frente a sus pares regionales y generar un impacto positivo en el empleo rural y la economía exportadora. Si se concreta, marcaría un hito en la historia reciente de las relaciones económicas entre ambos países, reforzando la alianza con el principal destino de la oferta ecuatoriana y consolidando una nueva etapa de cooperación basada en la apertura y la calidad.