En el arranque de 2025, Ecuador ha dado un giro histórico en su perfil exportador: el cacao ha superado al banano y a la minería, colocándose como el segundo producto no petrolero más exportado del país. Este salto no solo marca un récord en cifras, sino también un cambio de paradigma en la diversificación económica, con un producto que combina alto valor, demanda internacional y sostenibilidad.

Durante el primer bimestre de 2025, Ecuador exportó USD 956 millones en cacao y derivados, registrando un crecimiento del 194 % en valor y 36 % en volumen respecto al mismo periodo de 2024. Este auge responde a un doble fenómeno: una caída significativa en la oferta mundial, especialmente en África Occidental, y una demanda creciente de cacao fino de aroma en mercados como Estados Unidos, Europa y Asia.

Con precios internacionales por encima de los USD 8.000 por tonelada, el cacao ecuatoriano no solo gana protagonismo en cifras, sino también en posicionamiento global dentro de segmentos premium. Esta dinámica impulsa ingresos para decenas de miles de pequeños productores, fomenta buenas prácticas rurales y potencia el rol del cacao como un producto estratégico y sostenible.

En términos productivos, Los Ríos lidera la producción nacional, seguido por Guayas y Manabí. En total, Ecuador cuenta con más de 609.000 hectáreas sembradas y una producción que en 2023 superó las 375.000 toneladas, posicionando al país como el primer exportador de cacao en América y tercero a nivel mundial.

El fortalecimiento del cacao como pilar de las exportaciones ecuatorianas genera múltiples oportunidades para el país y para quienes forman parte de la cadena logística, comercial y productiva. Para capitalizar este momento, es clave:

  • Impulsar el procesamiento local, agregando valor antes de la exportación.
  • Fortalecer certificaciones de sostenibilidad, respondiendo a exigencias de consumidores conscientes.
  • Apoyar a las cooperativas y productores rurales, para asegurar crecimiento con equidad.
  • Diversificar los destinos de exportación, posicionando al cacao como una carta fuerte de la marca país.
  • Apostar por infraestructura logística robusta, que acompañe el crecimiento de este producto clave.

El éxito del cacao ecuatoriano no es casualidad: es el resultado de una cadena productiva resiliente, decisiones estratégicas y una demanda global que prioriza calidad y sostenibilidad. Para los actores del comercio exterior, esta tendencia representa una oportunidad concreta de apostar por un producto que combina rentabilidad, diferenciación y proyección a largo plazo.


Porque en el nuevo mapa del comercio global, el cacao no solo es sabor: es estrategia.

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