El paso del tifón Ragasa por el sur de China y Hong Kong no solo ha dejado estragos locales, también ha golpeado de lleno al comercio internacional. Ecuador, al ser parte activa de estas rutas estratégicas, siente hoy las repercusiones de un fenómeno natural que trastoca la logística global.

La suspensión de vuelos, el cierre de puertos y la paralización de actividades comerciales en Asia han generado demoras en embarques, riesgos de daños a la mercancía y un aumento de costos que impacta directamente a nuestras exportaciones. Productos emblemáticos como banano, flores, camarón y cacao, que requieren transporte ágil y condiciones de cuidado especial, se enfrentan ahora a un panorama complejo para llegar a tiempo y en óptimas condiciones a los mercados internacionales.

Los efectos son múltiples. Más de 600 vuelos cancelados en Hong Kong y otros aeropuertos de la región, así como la interrupción de trenes en Cantón, han dejado en pausa buena parte del transporte aéreo y ferroviario. A esto se suma la paralización de puertos clave, donde las inundaciones y daños en la infraestructura complican el flujo de carga y generan incertidumbre en la cadena de suministro. Los contenedores con mercancía sensible, desde flores hasta alimentos congelados, quedan expuestos a retrasos o incluso a deterioro durante la espera.

Para las empresas ecuatorianas, esto se traduce en retos inmediatos: demoras que pueden afectar la continuidad de sus operaciones, costos adicionales por seguros, almacenamiento temporal y rutas alternas, así como riesgos en la calidad de la mercancía que llega a destino. Todo esto ocurre en un contexto global en el que la logística ya se encuentra bajo presión por la inestabilidad de tarifas y la alta demanda en ciertos corredores.

En este escenario, la recomendación es clara: reforzar los planes de contingencia. Mantener un monitoreo constante de la situación en Asia permite anticipar impactos y tomar decisiones oportunas. Coordinar de cerca con agentes aduaneros y operadores logísticos resulta clave para adaptarse a cambios repentinos en normativas o tiempos de tránsito. Explorar rutas alternativas, ajustar plazos de entrega y evaluar la cobertura de seguros logísticos son pasos necesarios para mitigar los efectos de esta crisis.

El tifón Ragasa nos recuerda la importancia de estar preparados frente a factores externos que escapan a nuestro control, pero que inciden directamente en la dinámica del comercio exterior. La resiliencia y la capacidad de adaptación de nuestras empresas marcarán la diferencia para superar este desafío, proteger las operaciones y mantener a Ecuador presente en los mercados internacionales.

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