El sector avícola ecuatoriano atraviesa un momento de contraste. Por un lado, la producción de huevo ha alcanzado niveles históricamente altos, generando una sobreoferta que ha presionado los precios a la baja en los principales mercados del país. Por otro, en la región empiezan a aparecer señales de oportunidad: Colombia, país vecino y competidor directo, logró cumplir con los requisitos sanitarios y regulatorios necesarios para exportar huevo de gallina, abriendo una puerta que Ecuador todavía no cruza, pero que ya empieza a mirar con interés.

En los últimos meses, el exceso de producción en Ecuador ha provocado una caída significativa del precio del huevo en mercados mayoristas y minoristas. Esta situación ha afectado la rentabilidad de los productores, especialmente medianos y pequeños, que enfrentan costos crecientes de alimentación, energía y logística, con márgenes cada vez más estrechos. El problema no es la falta de demanda interna, sino la imposibilidad de absorber toda la oferta dentro del mercado local.

El caso colombiano resulta ilustrativo. Tras varios años de trabajo técnico, el país logró fortalecer su sistema sanitario avícola, cumplir con estándares de bioseguridad y establecer protocolos de trazabilidad que hoy le permiten acceder a mercados externos. Más allá del volumen, lo relevante es el enfoque: Colombia entendió que, ante ciclos de sobreproducción, la exportación no es un complemento, sino una válvula de equilibrio para el sector.

¿Tiene Ecuador condiciones para seguir ese camino? En términos productivos, sí. El país cuenta con capacidad instalada, experiencia técnica y un sector avícola desarrollado. Sin embargo, el verdadero desafío está en el plano sanitario y regulatorio. Para que el huevo de gallina se convierta en un producto exportable, Ecuador debe avanzar en certificaciones sanitarias internacionales, control de enfermedades, estandarización de granjas, trazabilidad desde origen y cumplimiento estricto de requisitos de los países de destino. Sin esa base, cualquier intento de exportación será puntual y frágil.

También entra en juego la logística. El huevo es un producto sensible, con requerimientos específicos de manejo, embalaje y tiempos de tránsito. Exportar implica desarrollar cadenas logísticas adaptadas, evaluar mercados cercanos con demanda insatisfecha y analizar presentaciones con mayor valor agregado, como huevo líquido o procesado, que amplían la vida útil y reducen riesgos operativos.

La coyuntura actual puede convertirse en una oportunidad estratégica. La sobreoferta interna, combinada con precios deprimidos, refuerza la necesidad de diversificar destinos y pensar el sector avícola con una lógica más regional. Abrir mercados externos permitiría estabilizar precios, reducir pérdidas y dar mayor previsibilidad a los productores, al tiempo que posiciona a Ecuador como un proveedor confiable de alimentos en la región.

Convertir el huevo de gallina en un producto de exportación no es una decisión inmediata ni sencilla, pero tampoco es una idea lejana. El ejemplo de Colombia demuestra que es posible cuando hay coordinación entre sector privado, autoridades sanitarias y política comercial. Para Ecuador, el reto está claro: transformar una crisis de sobreproducción en una oportunidad de expansión, elevando estándares, profesionalizando la cadena y mirando más allá de las fronteras.

Si se dan los pasos correctos, el huevo podría dejar de ser solo un producto de consumo interno y convertirse en un nuevo actor dentro de la canasta exportadora del país.

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